domingo, 12 de enero de 2014

Entre indicadores, metodologías y niveles de agregación

A partir de las encuestas se elaboran diversos indicadores para conocer de manera aproximada aspectos de la realidad; por ejemplo, la tasa de desempleo abierto, la tasa de desempleo ampliado y la tasa de subempleo, brindan información general sobre la situación del empleo. No obstante, si se quiere estudiar este fenómeno, se deben analizar varios de ellos, tanto a nivel general como desagregado, así como sus respectivas metodologías de cálculo, para no cometer errores de interpretación. 

Si se estudia la calidad del empleo en el país, uno de los muchos indicadores disponibles es la tasa de subempleo por insuficiencia de horas, pero primeramente se debe tener clara su definición, que según el INEC -institución encargada de realizar las estadísticas de empleo en Costa Rica-,  corresponde al “porcentaje de ocupados que durante la semana de referencia de la encuesta trabajaron menos de 40 horas semanales en todos sus empleos, desean trabajar más horas y están disponibles, pero no logran conseguir más empleo”. Este indicador alcanzó el 13% en el segundo trimestre del presente año y es común escuchar interpretaciones como la siguiente: “a pesar de ser tan alto no es tan malo porque pueden haber personas que quieren trabajar medio tiempo o una jornada inferior a 40 horas semanales y están conformes”; sin embargo esta interpretación es totalmente errónea, ya que este 13% solo refleja aquellas personas que desean y están disponibles para trabajar más, pero no consiguen empleo adicional; es decir, el subempleo no es “voluntario”.  

Ahora bien, como se mencionó al inicio, los datos agregados no son suficientes para conocer la realidad, estos deben desagregarse para saber quién/es enfrentan las peores o mejores condiciones o situaciones. Siguiendo con el mismo indicador de subempleo, según sexo, entre los hombres la tasa es de 10.3% -también para el segundo trimestre del 2013-, mientras que entre las mujeres llega al 17.7%. Y si se analiza por zona, se observa que en la zona rural se presentan condiciones menos favorables que en la zona urbana. Es decir, como promedio país tenemos un subempleo del 13%, pero cuando desagregamos el indicador podemos entender quiénes son los sufren en mayor medida esta condición y a dónde viven.

Por último, los hacedores de políticas públicas no deben olvidar que detrás de los indicadores y, en especial de los sociales, hay una persona, una familia o un hogar. Por lo tanto, el mejoramiento de ellos no debe convertirse en un fin en sí mismo, la meta debe ser la mejora de las condiciones de vida de la población y la reducción de las desigualdades existentes en ella.

M.Sc. Roxana Morales Ramos 
Coordinadora, Observatorio de la Coyuntura

Escuela de Economía, UNA.
 

Mayor nivel educativo de las mujeres no es suficiente para lograr una mayor equidad

Algunos indicadores económicos y sociales nos permiten conocer cuál es la situación actual de la mujer en la economía nacional. Entre ellos están el Censo 2011,  la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) y, la reciente encuesta sobre Uso del Tiempo en la Gran Área Metropolitana coordinada por la UNA.

Un hallazgo “positivo”, al analizar dichos indicadores, es el gran avance que han tenido las mujeres en cuanto a nivel de educación. Según se desprende de los datos del censo 2011, entre las mujeres de 18 años y más, el 18% (278.799 mujeres) posee estudios superiores y entre los hombres el 16.7% (240.614 hombres); es decir, más mujeres que hombres -tanto en términos relativos como absolutos, y tanto en la zona urbana como rural- obtienen un título universitario o parauniversitario.

Otro dato positivo es que del total de empleos en el sector público, un 50.2% son ocupados por mujeres y un 49.8% por hombres, evidenciando una mayor equidad. Sin embargo, a nivel privado  un 67.8% de los puestos son ocupados por hombres y el restante 32.2% por mujeres.

Si analizamos los datos de empleo por sexo y por sector institucional vemos como en el Gobierno Central hay cerca de 17.000 más mujeres que hombres ocupando diversos puestos, pero  con un ingreso promedio mensual inferior al de ellos en cerca de ₡47.914. El subsector “resto del sector público” es prácticamente el único en que la mujer tiene una ventaja relativa en cuanto a nivel de ingresos a pesar de que hay menos mujeres que hombres laborando en dicho sector (Hombres: 95.107 con un ingreso promedio de ₡790.740; Mujeres: 66.792 con un ingreso promedio de ₡808.849).

Un indicador relativamente positivo es que por grupo ocupacional, a nivel “profesional científico e intelectual” hay más mujeres que hombres  ocupando este tipo de puestos (106.327 Vs. 98.318); no obstante, lo negativo viene por el lado de las remuneraciones, ya que el promedio mensual de ingreso para ellas es muy inferior al de ellos (₡806.439 mujeres Vs. ₡1.029.182 hombres, para una diferencia a favor de ellos de ₡222.743). 

A nivel directivo público y privado, solo un 34% de los puestos son ocupados por mujeres, mientras que los hombres ocupan el 66% restante, mostrando una brecha importante y además, al igual que en el caso anterior, con un promedio de ingresos inferior para ellas.

Si bien es cierto que las mujeres han venido obteniendo un mejor nivel educativo que los hombres, su inclusión en el mercado laboral continúa presentando serias desigualdades. Ellas enfrentan una tasa de desempleo y subempleo mucho mayor que la de los hombres (10.2% Vs. 6.2% y 17.6 Vs. 11.4% respectivamente para el 2012); además, se les dificulta desarrollar sus potencialidades por medio de becas, capacitaciones, viajes, etc; reciben una menor remuneración por su trabajo; la maternidad y cantidad de hijos las excluye de opciones laborales y también cada vez una mayor cantidad se convierten en jefas de hogar lo que les dificulta aún más la posibilidad de desarrollarse profesionalmente.

A nivel nacional, según el censo 2011, el porcentaje de Hogares con jefatura femenina alcanza el 29.1%, en el censo del 2000 era un 23% y, según la ENAHO 2012, los hogares más pobres del país y los de la Región Central y Chorotega son lo que presentan una mayor incidencia de esta condición.

También, continuando con el tema de la desigualdad en el acceso al empleo, a pesar de que en el país hay cerca de 90.000 más mujeres que hombres, del total de mujeres de 15 años y más, solamente un 40% de ellas se encuentran ocupadas, mientras que entre ellos ese porcentaje alcanza el 70%.

Si analizamos el empleo y los ingresos de hombres y mujeres, en promedio las mujeres reciben solo un 85% del ingreso de los hombres. Por grupo ocupacional sobresale el nivel “profesional científico e intelectual” con una diferencia a favor de ellos de ₡222.743 y por rama de actividad  “organizaciones territoriales” con una escandalosa  diferencia de ₡1.354.206.

Además de la desigualdad en el empleo y las remuneraciones, existen diferencias en cuanto al acceso a seguro de salud, según la ENAHO 2011 del total de hombres de 15 años o más, el 70% son ocupados (con empleo) y de ellos el 74% posee seguro por trabajo; mientras que del total de mujeres de 15 años o más, solo el 40% posee un empleo –menos de la mitad- y de ellas (ocupadas) solo el 62% posee seguro por trabajo.

Otros indicadores que llaman la atención son los que se desprenden de la encuesta sobre “Uso del Tiempo en la GAM, 2011”, coordinada por la Universidad Nacional. Dicha encuesta demuestra como las mujeres soportan una mayor carga de trabajo si se suma el trabajo no remunerado (labores domésticas) al trabajo remunerado. Ellas trabajan por semana en promedio 7:09 horas más que ellos y además dedican 20 horas más a las labores domésticas y 13 horas menos al trabajo remunerado.

Según esta misma encuesta en el tiempo libre también se notan grandes diferencias, las mujeres disponen de 18 horas semanales en promedio para esparcimiento, mientras que los hombres 23. Además, las mujeres gastan más tiempo en la preparación y servicio de alimentos, así como en limpieza y mantenimiento de vivienda.

También según esta encuesta, la creciente incorporación de las mujeres al mercado de trabajo no ha significado una incorporación paralela de los hombres a las actividades domésticas y de cuidado de hijos, ancianos, enfermos y otros familiares.

En síntesis, a pesar de que las mujeres han venido obteniendo mejores resultados que los hombres en términos educativos, a nivel laboral existen serias inequidades y muchas formas de exclusión y discriminación, por lo que no hay que bajar la guardia y continuar con la lucha para que cada vez más mujeres puedan acceder en las mismas condiciones que los hombres al mercado de trabajo y que además se les respete, se les valore y  se compartan las tareas del hogar y el cuidado de los hijos. No simplemente se requieren regulaciones jurídicas, también se necesita un cambio cultural y por supuesto que las mujeres se sientan cada vez más capaces de desarrollarse profesionalmente y no sólo a nivel educativo, la educación es una herramienta pero no lo es todo para lograr una mayor equidad e integración de la mujer en la vida económica nacional.

M.Sc. Roxana Morales Ramos
Observatorio de la Coyuntura
Escuela de Economía, Universidad Nacional

Publicado en Campus-UNA, marzo, 2013.
http://www.una.ac.cr/campus/ediciones/2013/marzo/2013marzo_pag05.html


¿Se podrían generar 500.000 empleos en 4 años?

El 3 de diciembre de 2013, el periódico La Nación publicó una entrevista que realizó la periodista Mercedes Agüero a Otto Guevara –candidato presidencial del Movimiento Libertario (ML)-, y ante la consulta sobre cómo exactamente pretende generar los 500.000 empleos que ha prometido en campaña, el candidato respondió que ello lo lograría a través de tres sectores: turismo, construcción y Zonas Francas.

Con respecto al turismo, manifestó que aspira pasar de 2 a 3 millones de turistas al año al finalizar la administración, es decir, 1 millón más de turistas y; que por cada 12 turistas se generaría un empleo directo y 2.5 indirectos. En otras palabras, según sus proyecciones, en 4 años crearía 83.334 empleos directos y 208.333  indirectos, para un total de 291.666 puestos de trabajo.

Con algunos cálculos básicos podemos cuestionar dicha proyección. Si tomamos en cuenta los datos de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), que indican que en el 2012 habían 98.048 personas ocupadas en el sector “Hoteles y Restaurantes”, y la llegada de turistas al país –según el ICT- para ese mismo año fue de 2.343.213 personas, esto significa que por cada 24 turistas se generó un empleo directo en 2012; es decir, la estimación de Guevara se encuentra sobrevaluada en un 100%: 12 turistas por empleo, cuando la realidad muestra que es 24 a 1.

Además, la posibilidad de incrementar en 1 millón la cantidad de turistas resulta improbable. La coyuntura internacional, los altos precios internos,  la apreciación del tipo de cambio, los problemas de transporte por carretera, por ejemplo, desalientan tanto la llegada de turistas, como los días de estadía y el gasto promedio.

El segundo sector generador de empleo, según Guevara, sería el sector construcción. Para él, removiendo obstáculos podrían crearse cerca de 150.000 nuevos empleos. En el 2013, según la ENAHO, en el “sector construcción” habían 114.639 personas ocupadas. En el año 2007 -pico más alto del sector con un crecimiento de 21% interanual en su producción-, se lograron emplear a poco más de 150.000 personas, 25.000 más que en el año anterior. Es decir, tendría más que duplicarse la actividad del sector en los próximos años, para lograr la meta propuesta por el ML.

Por último, Guevara afirma que las Zonas Francas podrían generar 35.000 empleos directos y 70.000 indirectos en los próximos cuatro años -un total de 105.000 nuevos empleos-, esto si se les mantienen las preferencias, se trabaja la Ley General de Electricidad, se logra estabilidad fiscal y se mejora la calidad del recurso humano.

Si las Zonas Francas, según CINDE, en el 2013 emplearon de manera directa a 81.000 personas (4% de la población ocupada en el país) y; además, se toma en cuenta que las empresas en su mayoría son intensivas en capital y no en mano de obra; tendría que crecer fuertemente la actividad económica de este sector, de manera que alcance una tasa de crecimiento promedio anual en el empleo cercana a un 13%, para así lograr 35.000 empleos más al 2018. Situación que se torna difícil considerando la coyuntura internacional, las condiciones de la economía interna y las limitaciones técnicas de muchos/as trabajadores costarricenses.

En síntesis, en 4 años es prácticamente imposible crear 500.000 empleos en Costa Rica y, ¿si se lograra?, ¿significaría entonces que nos dedicaremos a importar mano de obra para satisfacer la demanda?, ya que según la ENAHO, en el 2013 habían 188.098 personas desempleadas en el país.

Pero lo preocupante respecto al empleo está en que algunas de “Las Propuestas de Otto Guevara” podrían conducir a una mayor precarización laboral en el país. Se menciona por ejemplo:

a) “La no obligatoriedad de cotizar todas las cargas sociales, excepto el seguro de enfermedad y maternidad, durante los 3 meses de prueba en un trabajo nuevo”  (1.1.5): ello podría propiciar una alta inestabilidad laboral ya que las empresas preferirían estar contratando nuevo personal cada 3 meses para no pagar todas las cargas sociales que corresponden.

b) “Flexibilización del mercado laboral… incorporar la jornada 4/3 y la jornada anualizada…” (1.3.7): Con respecto a esta propuesta el ML presentó un proyecto de ley -Expediente Nº 15.161- que pretendía flexibilizar las jornadas laborales, presentando una nueva opción de jornada ampliada ordinaria de 12 horas y adicionando una jornada anualizada, que permitiría que en las épocas de mayor trabajo la jornada sea de hasta 10 horas diarias y en las de menor requerimiento de trabajo no exceda las seis horas. Esto sin duda afectaría los derechos laborales adquiridos desde tiempo atrás, afectaría más negativamente a las mujeres si a la jornada ordinaria de trabajo remunerado se le suma la jornada de trabajo no remunerado; además, limitaría el desarrollo personal y profesional de los/as trabajadores/as, el pago de horas extra, buscaría el abaratamiento de la mano de obra y su consecuente efecto sobre el ingreso de los/as trabajadores/as… entre otras implicaciones.

c) “Promover un único salario mínimo que permita una vida digna a cualquier persona independientemente de su oficio o profesión” (1.3.9): se abriría un portillo para que los salarios de los/as profesionales se ajusten hacia la baja, ya que si no existe un salario mínimo acorde al nivel educativo y de especialización, una sobreoferta de trabajadores/as en ciertas áreas provocaría un deterioro importante en los salarios actuales y, así mismo, se propiciaría una reducción paulatina de los salarios reales de la mayoría de trabajadores/as en el país.

d)Promover una ley para eliminar toda restricción horaria para que cualquier actividad económica pueda funcionar las 24 horas del día los 365 días del año” (1.15.3): igualmente implicaría un deterioro en las condiciones de vida de los/as trabajadores/as y así mismo el pago de horas extra se vería afectado.

En otras palabras, los supuestos de Otto para lograr los 500.000 empleos están totalmente sobrevaluados, sus estimaciones son excesivamente optimistas; y peor aún, muchas de las propuestas respecto al empleo contribuirían a una mayor precarización del mercado laboral costarricense y un deterioro de las condiciones de vida de la población en general.

M.Sc. Roxana Morales Ramos
Economista