Algunos indicadores económicos y sociales nos permiten
conocer cuál es la situación actual de la mujer en la economía nacional. Entre
ellos están el Censo 2011, la Encuesta
Nacional de Hogares (ENAHO) y, la reciente encuesta sobre Uso del Tiempo en la
Gran Área Metropolitana coordinada por la UNA.
Un hallazgo “positivo”, al analizar dichos indicadores, es el gran avance que han tenido las mujeres en cuanto a nivel de educación. Según se desprende de los datos del censo 2011, entre las mujeres de 18 años y más, el 18% (278.799 mujeres) posee estudios superiores y entre los hombres el 16.7% (240.614 hombres); es decir, más mujeres que hombres -tanto en términos relativos como absolutos, y tanto en la zona urbana como rural- obtienen un título universitario o parauniversitario.
Otro dato positivo es que del total de empleos en el sector público, un 50.2% son ocupados por mujeres y un 49.8% por hombres, evidenciando una mayor equidad. Sin embargo, a nivel privado un 67.8% de los puestos son ocupados por hombres y el restante 32.2% por mujeres.
Si analizamos los datos de empleo por sexo y por sector institucional vemos como en el Gobierno Central hay cerca de 17.000 más mujeres que hombres ocupando diversos puestos, pero con un ingreso promedio mensual inferior al de ellos en cerca de ₡47.914. El subsector “resto del sector público” es prácticamente el único en que la mujer tiene una ventaja relativa en cuanto a nivel de ingresos a pesar de que hay menos mujeres que hombres laborando en dicho sector (Hombres: 95.107 con un ingreso promedio de ₡790.740; Mujeres: 66.792 con un ingreso promedio de ₡808.849).
Un indicador relativamente positivo es que por grupo ocupacional, a nivel “profesional científico e intelectual” hay más mujeres que hombres ocupando este tipo de puestos (106.327 Vs. 98.318); no obstante, lo negativo viene por el lado de las remuneraciones, ya que el promedio mensual de ingreso para ellas es muy inferior al de ellos (₡806.439 mujeres Vs. ₡1.029.182 hombres, para una diferencia a favor de ellos de ₡222.743).
A nivel directivo público y privado, solo un 34% de los puestos son ocupados por mujeres, mientras que los hombres ocupan el 66% restante, mostrando una brecha importante y además, al igual que en el caso anterior, con un promedio de ingresos inferior para ellas.
Si bien es cierto que las mujeres han venido obteniendo un mejor nivel educativo que los hombres, su inclusión en el mercado laboral continúa presentando serias desigualdades. Ellas enfrentan una tasa de desempleo y subempleo mucho mayor que la de los hombres (10.2% Vs. 6.2% y 17.6 Vs. 11.4% respectivamente para el 2012); además, se les dificulta desarrollar sus potencialidades por medio de becas, capacitaciones, viajes, etc; reciben una menor remuneración por su trabajo; la maternidad y cantidad de hijos las excluye de opciones laborales y también cada vez una mayor cantidad se convierten en jefas de hogar lo que les dificulta aún más la posibilidad de desarrollarse profesionalmente.
A nivel nacional, según el censo 2011, el porcentaje de Hogares con jefatura femenina alcanza el 29.1%, en el censo del 2000 era un 23% y, según la ENAHO 2012, los hogares más pobres del país y los de la Región Central y Chorotega son lo que presentan una mayor incidencia de esta condición.
También, continuando con el tema de la desigualdad en el acceso al empleo, a pesar de que en el país hay cerca de 90.000 más mujeres que hombres, del total de mujeres de 15 años y más, solamente un 40% de ellas se encuentran ocupadas, mientras que entre ellos ese porcentaje alcanza el 70%.
Si analizamos el empleo y los ingresos de hombres y mujeres, en promedio las mujeres reciben solo un 85% del ingreso de los hombres. Por grupo ocupacional sobresale el nivel “profesional científico e intelectual” con una diferencia a favor de ellos de ₡222.743 y por rama de actividad “organizaciones territoriales” con una escandalosa diferencia de ₡1.354.206.
Además de la desigualdad en el empleo y las remuneraciones, existen diferencias en cuanto al acceso a seguro de salud, según la ENAHO 2011 del total de hombres de 15 años o más, el 70% son ocupados (con empleo) y de ellos el 74% posee seguro por trabajo; mientras que del total de mujeres de 15 años o más, solo el 40% posee un empleo –menos de la mitad- y de ellas (ocupadas) solo el 62% posee seguro por trabajo.
Otros indicadores que llaman la atención son los que se desprenden de la encuesta sobre “Uso del Tiempo en la GAM, 2011”, coordinada por la Universidad Nacional. Dicha encuesta demuestra como las mujeres soportan una mayor carga de trabajo si se suma el trabajo no remunerado (labores domésticas) al trabajo remunerado. Ellas trabajan por semana en promedio 7:09 horas más que ellos y además dedican 20 horas más a las labores domésticas y 13 horas menos al trabajo remunerado.
Según esta misma encuesta en el tiempo libre también se notan grandes diferencias, las mujeres disponen de 18 horas semanales en promedio para esparcimiento, mientras que los hombres 23. Además, las mujeres gastan más tiempo en la preparación y servicio de alimentos, así como en limpieza y mantenimiento de vivienda.
También según esta encuesta, la creciente incorporación de las mujeres al mercado de trabajo no ha significado una incorporación paralela de los hombres a las actividades domésticas y de cuidado de hijos, ancianos, enfermos y otros familiares.
En síntesis, a pesar de que las mujeres han venido obteniendo mejores resultados que los hombres en términos educativos, a nivel laboral existen serias inequidades y muchas formas de exclusión y discriminación, por lo que no hay que bajar la guardia y continuar con la lucha para que cada vez más mujeres puedan acceder en las mismas condiciones que los hombres al mercado de trabajo y que además se les respete, se les valore y se compartan las tareas del hogar y el cuidado de los hijos. No simplemente se requieren regulaciones jurídicas, también se necesita un cambio cultural y por supuesto que las mujeres se sientan cada vez más capaces de desarrollarse profesionalmente y no sólo a nivel educativo, la educación es una herramienta pero no lo es todo para lograr una mayor equidad e integración de la mujer en la vida económica nacional.
M.Sc. Roxana Morales Ramos
Escuela de Economía,
Universidad Nacional
Publicado en Campus-UNA, marzo, 2013.
http://www.una.ac.cr/campus/ediciones/2013/marzo/2013marzo_pag05.html
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