Al mes de junio, el Índice
Mensual de Actividad Económica (IMAE) del sector agropecuario tuvo una
variación interanual de la “serie tendencia ciclo” de 6.78%, 2.6 puntos
porcentuales por encima del IMAE general (4.15%). En lo que va del año ha
mantenido una tasa de crecimiento bastante positiva, no obstante, al desagregar
los datos, se obtiene que gran parte de ese dinamismo ha estado explicado por
los “productos exportables” (melón, banano, piña, flores y follajes)
que creen en cerca del 10% y “granos básicos” (maíz, frijol y arroz), que venía
creciendo a tasas superiores al 10% pero que en los últimos meses ha presentado
una importante desaceleración, alcanzando en junio un crecimiento cercano al 4%.
Si se
desagrega aún más la información, se observa que los cuatro productos
exportables mencionados representan el 70% del total de exportaciones agrícolas
del país y, que en el último año, las de piña (producto de mayor valor de las
exportaciones agrícolas en lo que va del 2014) y melón han sido las más
dinámicas, creciendo por encima del 15%. Es decir, el crecimiento del sector
agropecuario, ha estado bastante concentrado, y otros de los productos agrícolas
de exportación de mayor peso dentro de las exportaciones agrícolas totales, más
bien han perdido dinamismo, como por ejemplo café oro que muestra un
decrecimiento de 6.5%, banano -0.8%, plantas ornamentales -5%, follajes -7% y
ñame -12.2%.
En cuanto al
empleo, el resultado ha sido positivo, ya que según la Encuesta Continua de
Empleo, en el último año se crearon 17.620 nuevos puestos en el sector
agropecuario, la mayoría asalariados, solo unos 2.000 independientes. Este
sector alberga a cerca del 10% de los trabajadores del país, convirtiéndose en
uno de los más importantes generadores de empleo.
Como vemos, la
actividad agropecuaria se ha dinamizado, así como el empleo que genera; sin
embargo, la concentración de la producción en pocos productos y pocos
productores no permitirá una mejor distribución del ingreso ni una mejora en la
calidad de vida de la población. Así mismo, la sustitución de la producción de
alimentos básicos por productos importados, hace que el país dependa cada vez
más del exterior y sea más vulnerable a los vaivenes internacionales. Es por
ello que se requiere de una política de Seguridad Alimentaria, que fomente la
actividad agropecuaria tradicional y a las micros, pequeñas y medianas empresas
(mipymes); de tal manera que contribuya con la generación de empleo y con la
reducción de los índices de pobreza y desigualdad que tanto afectan a las zonas
rurales de Costa Rica.
Roxana Morales Ramos
Economista
Coordinadora, Observatorio
de la Coyuntura Económica y Social
Escuela de Economía, UNA.
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