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Roxana Morales Ramos
Se publican artículos de análisis y opinión sobre temas de coyuntura económica y social.
viernes, 20 de marzo de 2015
sábado, 1 de noviembre de 2014
Actividad agrícola y Seguridad Alimentaria
Al mes de junio, el Índice
Mensual de Actividad Económica (IMAE) del sector agropecuario tuvo una
variación interanual de la “serie tendencia ciclo” de 6.78%, 2.6 puntos
porcentuales por encima del IMAE general (4.15%). En lo que va del año ha
mantenido una tasa de crecimiento bastante positiva, no obstante, al desagregar
los datos, se obtiene que gran parte de ese dinamismo ha estado explicado por
los “productos exportables” (melón, banano, piña, flores y follajes)
que creen en cerca del 10% y “granos básicos” (maíz, frijol y arroz), que venía
creciendo a tasas superiores al 10% pero que en los últimos meses ha presentado
una importante desaceleración, alcanzando en junio un crecimiento cercano al 4%.
Si se
desagrega aún más la información, se observa que los cuatro productos
exportables mencionados representan el 70% del total de exportaciones agrícolas
del país y, que en el último año, las de piña (producto de mayor valor de las
exportaciones agrícolas en lo que va del 2014) y melón han sido las más
dinámicas, creciendo por encima del 15%. Es decir, el crecimiento del sector
agropecuario, ha estado bastante concentrado, y otros de los productos agrícolas
de exportación de mayor peso dentro de las exportaciones agrícolas totales, más
bien han perdido dinamismo, como por ejemplo café oro que muestra un
decrecimiento de 6.5%, banano -0.8%, plantas ornamentales -5%, follajes -7% y
ñame -12.2%.
En cuanto al
empleo, el resultado ha sido positivo, ya que según la Encuesta Continua de
Empleo, en el último año se crearon 17.620 nuevos puestos en el sector
agropecuario, la mayoría asalariados, solo unos 2.000 independientes. Este
sector alberga a cerca del 10% de los trabajadores del país, convirtiéndose en
uno de los más importantes generadores de empleo.
Como vemos, la
actividad agropecuaria se ha dinamizado, así como el empleo que genera; sin
embargo, la concentración de la producción en pocos productos y pocos
productores no permitirá una mejor distribución del ingreso ni una mejora en la
calidad de vida de la población. Así mismo, la sustitución de la producción de
alimentos básicos por productos importados, hace que el país dependa cada vez
más del exterior y sea más vulnerable a los vaivenes internacionales. Es por
ello que se requiere de una política de Seguridad Alimentaria, que fomente la
actividad agropecuaria tradicional y a las micros, pequeñas y medianas empresas
(mipymes); de tal manera que contribuya con la generación de empleo y con la
reducción de los índices de pobreza y desigualdad que tanto afectan a las zonas
rurales de Costa Rica.
Roxana Morales Ramos
Economista
Coordinadora, Observatorio
de la Coyuntura Económica y Social
Escuela de Economía, UNA.
Empoderamiento vs. asistencialismo
El asistencialismo es entendido como una actitud política
orientada a resolver problemas sociales a partir de la asistencia externa sin
generar soluciones estructurales; además podría concebirse como el opuesto de
empoderamiento.
Mientras este último se relaciona con dar poder y capacidad
de transformación a los sujetos con respecto a su entorno, el asistencialismo
se limita a abastecer las necesidades básicas sin ejercer un mayor cambio sobre
la realidad, lo que llega a generar cierta dependencia entre las “ayudas” y los
“asistidos”. En otras palabras, no se da la caña de pescar ni se enseña a
pescar, simplemente se regala el pescado, como se dice popularmente.
Hay quienes tienden a creer que la política social es
sinónimo de asistencialismo y consideran, además, que es “obligación” del
Estado satisfacer sus necesidades básicas, incluso permanentemente.
En este sentido, vemos cómo muchas veces se otorgan subsidios
a grupos desprotegidos o vulnerables y estos no hacen ningún esfuerzo por
cambiar su condición, o desaprovechan las oportunidades de cambio que se les
brinda.
Vemos que muchos trabajadores no ahorran durante su periodo
productivo atenidos a que el Estado les brinde asistencia en la edad adulta -aunque
hay quienes definitivamente las condiciones no se lo permiten-.
Vemos que el Estado busca crear empoderamiento, brindando becas
o asistencias económicas para estudiar (aunque no siempre a quien más lo
necesita), pero no son aprovechadas (la educación es considerada un factor
importante de movilidad social). Muchos de los becados -en escuelas, colegios y
universidades- no se esfuerzan por obtener buenos resultados en sus estudios y
llegan, incluso, a abandonarlos en poco tiempo. Posteriormente se les ve exigiendo
al Gobierno que atienda sus necesidades.
La política social y la mentalidad de los ticos requieren de
una transformación. El Estado debe atender a los grupos necesitados creando
empoderamiento (con una gestión eficaz de los recursos y con evaluación de
resultados) y no dependencia. Por su parte, no debemos esperar o exigir que el
Estado nos atienda nuestras necesidades, debemos luchar por nuestro futuro,
siendo autosuficientes, es decir, empoderándonos.
Roxana
Morales Ramos
Coordinadora,
Observatorio de la Coyuntura Económica y
Social, UNA.
https://www.larepublica.net/app/cms/www/index.php?pk_articulo=533322183
martes, 5 de agosto de 2014
BRECHAS DE GÉNERO PERSISTEN
En las sociedades existen brechas de
género, en algunas más marcadas que en otras. Es importante mencionar que género se refiere a las diferencias
construidas socialmente entre hombres y mujeres y sus roles en la sociedad; a
las estructuras y relaciones de poder que han ubicado a ellas en las posiciones
más desfavorables. La categoría género
abarca entonces, un conjunto de características, ideas, estereotipos, normas,
costumbres, oportunidades, expectativas y prácticas que son construidas de
manera social y, que por tanto, pueden ser modificadas.
Si bien es cierto, en Costa Rica se
han presentado cambios económicos, sociales, políticos y culturales que han contribuido
a un mayor reconocimiento de las mujeres y su trabajo (remunerado y no
remunerado) como parte esencial del desarrollo económico, los mismos no han
sido suficientes. En este sentido, analizando la historia nacional reciente y
con base en las estadísticas disponibles, se pueden destacar algunos aspectos
positivos y negativos.
Lo positivo
Se resalta el incremento en la
cantidad de mujeres que año con año se incorporan al mercado laboral. Según la
ENAHO 2013, del total de mujeres de 15 años y más, el 40% se encuentran
ocupadas y; a pesar de que esta tasa de ocupación es muy inferior a la de los
hombres (70%), el porcentaje se ha venido incrementando. Para tener una idea,
en el año 2000, la EHPM mostraba una participación femenina cercana al 30%. Esta
situación, a su vez, les ha permitido una mayor autonomía económica y, además,
ir erradicando las condiciones de subordinación de las cuales han sido objeto.
Por su parte, existe una mayor cantidad
de mujeres ocupando puestos políticos y de alta jerarquía, lo que ha significado
un avance positivo en una sociedad patriarcal y, que además ha permitido una
mayor atención sobre cuestiones de género.
En el área educativa, se muestra otro
avance importante, ya que hay más mujeres que hombres con títulos
universitarios y parauniversitarios y, donde, cada vez más mujeres incursionan
en áreas que tradicionalmente han sido masculinizadas.
En el ámbito institucional se ha
avanzado en la disponibilidad de más y mejores estadísticas con perspectiva de
género, en el mayor apoyo para las madres jefas de hogar, en el establecimiento
de redes de cuido, en la implementación de políticas y programas de apoyo a
mujeres emprendedoras, entre otras acciones.
Con respecto a la legislación, existen
muchas leyes o decretos a favor de la igualdad y equidad de género, no
obstante, resistencias y estereotipos institucionales han impedido su
implementación real.
Lo negativo.
A pesar de los muchos avances,
persisten importantes brechas socioeconómicas y laborales de género, donde la
mayor inserción laboral de ellas se sigue dando en condiciones de
discriminación y alta vulnerabilidad. Entre las brechas se mencionan:
- La tasa de participación femenina en el mercado laboral es menor que la de los hombres.
- Las mujeres ganan en promedio un 16% menos que los hombres.
- Un 55% de mujeres de 15 años y más se encuentran Fuera de la Fuerza de Trabajo y, de ellas, un 55% corresponde a mujeres que se dedican únicamente a labores domésticas.
- Las mujeres presentan mayores tasas de desempleo y subempleo que los hombres.
- El porcentaje de mujeres ocupadas que cuentan con seguro por trabajo es menor que el de los hombres.
- Según el Censo del 2011, un 37% de las mujeres de 15 años y más, se encuentran inactivas debido a que se dedica a labores del hogar, mientras que entre los hombres es de apenas el 1%; lo que pone de manifiesto que las tareas del hogar recaen sobre ellas.
- Se presenta la feminización de la pobreza, es decir, el porcentaje de mujeres pobres es mayor que el de los hombres. Además, hay una mayor cantidad de hogares con jefatura femenina en situación de pobreza y de pobreza extrema.
- Las mujeres jefas de hogar se encuentran en desventaja ya que en su mayoría son mujeres solas, que no cuentan con el apoyo de una pareja para compartir las responsabilidades de crianza, educación y labores domésticas. Mientras que los hombres jefes de hogar, en su mayoría tienen una pareja con quien compartir las responsabilidades.
- Los roles de género asignados tradicionalmente a las mujeres provocan desigualdad en la distribución de las responsabilidades familiares y domésticas, que se traduce en una doble o triple jornada para ellas, ya que además de trabajar fuera del hogar, la gran mayoría se encarga de la crianza de hijas e hijos y otros dependientes, así como de los trabajos domésticos.
- Persiste la segmentación del mercado laboral: actividades masculinizadas y actividades feminizadas. Esto ocurre también en las especializaciones (tipo de carreras que estudian ellos y ellas).

En definitiva, a pesar de que gracias
a las luchas feministas las mujeres han logrado ocupar un papel más protagónico
en la sociedad, las estructuras sociales y relaciones de poder continúan ubicando
–aunque en menor medida- a ellas en condiciones de subordinación. Es por ello
que, para poder avanzar de manera contundente hacia una sociedad más equitativa
e igualitaria, en cuanto a género se refiere, resulta fundamental romper con las
bases androcéntricas y patriarcales de la economía, vencer los estereotipos, cambiar
la visión sesgada del rol de la mujer en la sociedad y, visibilizar y reconocer
el trabajo doméstico no remunerado y del cuido
–realizado mayoritariamente por mujeres- como eje fundamental para el
desarrollo del sistema económico y de la reproducción de la vida.
M.Sc. Roxana
Morales Ramos
Coordinadora,
Observatorio de
la Coyuntura Económica y Social
Escuela de
Economía, UNA
05 de agosto del 2014
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