
Según
datos de la Encuesta Continua de Empleo (ECE) del Instituto Nacional de Estadística
y Censos (INEC), en el primer trimestre del 2014, del total de ocupados mayores
de 15 años, 808.889 se catalogaron como informales (38.5%), mientras que tres
años atrás eran 650.077 (36%).
Al
desagregar la información por zona, se observa que -en el primer trimestre
2014- en la urbana la tasa de informalidad rondó el 35%, mientras que en la
rural alcanzó el 47% y; por sexo, entre las mujeres fue mucho mayor que entre
los hombres, 43% y 36%, respectivamente.
Esta
situación es importante de analizar, no solo por el tema de la calidad del
empleo, sino también, por los efectos sobre las finanzas públicas y la
sostenibilidad de la seguridad social en el país.
En
cuanto a la calidad del empleo, un incremento en la informalidad preocupa ya que
gran parte de estos trabajadores obtienen muy bajos o casi nulos niveles de
ingresos y, además, no cuentan con garantías sociales como seguro de salud
(para sí mismo, cónyuge e hijos), pensión, aguinaldo, vacaciones,
incapacidades, pago de horas extra, entre otras. Esta situación contribuye, por
tanto, a una mayor desigualdad entre la población y a mayores niveles de
pobreza.
Respecto
a las finanzas públicas, la informalidad favorece la evasión de impuestos, lo
que a su vez implica una menor recaudación.
En
relación con la seguridad social, un crecimiento más acelerado de la población
respecto a los trabajadores cotizantes, se traduce en ingresos insuficientes para
hacer frente a la demanda de servicios y; aunado a ello, la modificación de la
estructura poblacional, donde cada vez hay más población adulta mayor, implica
también mayores costos de atención a los usuarios.
En
definitiva, dado este panorama y la situación del empleo en general, resulta
urgente el diseño e implementación de una “política de empleo”, donde no solo
se busquen objetivos de cantidad, sino también de calidad; siendo la reducción
de la informalidad un pilar fundamental. Adicionalmente, la C.C.S.S debe
implementar medidas para lograr su sostenibilidad financiera en el corto,
mediano y largo plazo, teniendo en consideración lo señalado en el párrafo
anterior.
M.Sc. Roxana
Morales Ramos
Coordinadora,
Observatorio de
la Coyuntura Económica y Social
Escuela de
Economía, UNA
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